Este pasado domingo por la mañana, aprovechando una gélida salida con alumnos de la escuela de fotografía con una bonita temperatura de -1º C y un leve viento helador, aproveché para disparar alguna foto de la basílica del Pilar, pero un año más y aproximadamente por estas fechas, nuestro querido templo desaparece tras la niebla de manera que desde la calle Alfonso a la que pertenece esta fotografía simplemente no está.
La verdad, sobre todo para los que somos de aquí, es un espectáculo ver como se diluye en la niebla un edificio de 120 metros de largo por 90 de alto.
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