LA RANA Y EL PANTANO

Esta ranita, o debiéramos decir sapo por su piel rugosa, del tamaño del puño de un niño de diez años aproximadamente, que mira de soslayo hacia la cámara, me contó afligida una mañana de verano en el pantano de Mezalocha, cómo se había quedado sola al secarse prácticamente éste y quedar únicamente un hilillo fangoso. Toda su familia y amigos habían emigrado aguas arriba hacia Ayles. 

Tras "romper el hielo" hablando del tiempo y de la pertinaz sequía con ella durante un rato, me confesó algo ofuscada que había nacido allí, había estado toda su vida ahí, saltando aquí, croando allá y que no tenía ninguna intención de ir a ningún sitio y que si eso significaba terminar sus días entre piedras y barro, esa sería la voluntad de los hados. Si os fijáis, la verdad es que tiene un gesto un poco de resignación.
Luego hablamos un rato del mundo en general y me permitió hacerle esta fotografía con el pantano seco al fondo.
Aunque había muchísima luz disparé a 25 ASA con Ilford PAN F ISO 50.

Está enfocada a la hiperfocal y disparada a un segundo de velocidad con la cámara a ras del suelo y yo también, por supuesto haciendo movimientos de camaleón super despacio para no espantarlo (se nota el segundo en el movimiento de unos pequeños tallos en mitad del encuadre) porque cerré a f.22 el diafragma para conseguir mucha profundidad de campo y sacar enfocada tanto a la rana a pocos centímetros del objetivo, como a las característicos riscos que identifican el pantano. Longitud focal del objetivo 20mm.