EDUARDO BAYONA ESTRADERA

En portada, algunas de las cámaras y objetivos que empleo. Todas las fotografías, imágenes y textos publicados en este blog han sido disparadas, diseñadas y escritos por Eduardo Bayona Estradera.






miércoles, 7 de julio de 2010

IN-A-GADDA-DA-VIDA

En este momento en el que me encuentro oyendo con los auriculares el prehistórico estéreo de In-A-Gadda-Da-Vida (Iron Butterfly 1968) mientras os escribo, recuerdo la primera vez que este vetusto pero básico fundamento del rock psicodélico-heavy entró en mi cerebro a la temprana edad de nueve años trastocando, inundando y contaminando cual virus informático, todos los sótanos mentales donde albergaba al Oso Yogui, Bubu y las excelencias del rock, del pop, Yesterday, Michelle, y por qué no, el réquiem de Mozart (que me daba pánico y me ponía la carne de gallina) y la Sexta de Beethoven, de manera que ya nada fue igual después después de engancharme a ese ritmo hipnótico, esa distorsión guitarrera que resquebrajaba las notas acompañando unos acordes de órgano de iglesia con unas armonías aterradoras, disonantes e imposibles (precursoras probablemente de esos fabulosos arpegios incorporados por Génesis en sus artísticas piezas) que seguían como zombies el ritmo de un batería que diríase disponía de mil timbales, dos mil manos y cuatro mil pies, a juzgar por el solo más famoso de la historia de los años sesenta que ejecutaba a mitad de tema en la oscuridad de la habitación donde oíamos mudos y absortos en compañía de mis hermanos el consabido In-A-Gadda-Da-Vida.

Al terminar la canción seguía oyéndose el ritmo percutor de nuestros corazones infantiles latiendo como tambores en son de guerra a una endiablada velocidad que iba bajando hasta que alguien encendía la luz y nos mirábamos jadeando todavía como si hubiéramos sido nosotros mismos, los músicos que habían interpretado esa magistral e innovadora obra que, abría de alguna manera una puerta a una nueva dimensión musical, un batido de fresa aderezado de rock duro, ciencia-ficción, aromas psicotrópicos, ambientes hippies para aquélla época de televisión en blanco y negro, ecuaciones matemáticas, griego y colegios de curas.



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